top of page
  • Foto del escritorLiceo Magazine

SENSODOSIS: Santi Senso reflexiona sobre sí mismo a partir de su acto íntimo 'Adicto a mí'.

El actor y director teatral lleva su nueva puesta en escena a México.



(Fotografías: Nacho López)


Santi Senso es la pasión absoluta. Un artista del teatro y el performance, cuyo ímpetu creativo lo ha mantenido poniendo en escena sus 'actos íntimos' - como llama a sus trabajos - a lo largo de dos décadas, prácticamente sin pausa entre uno y otro... y sin frontera espacial. El último de ellos, 'Adicto a mí' ha cerrado un ciclo en el Umbral de Primavera, Madrid, antes de su viaje a México. Antes, estuvo de gira por Colombia. Parece que los amantes del teatro en Latinoamérica también son adictos a él.


Querido Santi, comencemos por el principio... la adicción está estrechamente relacionada con el placer. ¿Qué tienes tan placentero como para haberte vuelto adicto a tí mismo?

Bueno, eso es lo que dicen los médicos, pero mi reflexión más fuerte es ¿también somos adictos al placer que nos da el dolor? El dolor emocional, físico, mental... creo que tendríamos que comenzar por ahí. ¿Todo lo que nos da placer es adictivo? ¿Éstos placeres (sexuales, químicos, emocionales) se pueden cuantificar, diferenciar e identificar al punto de permitirme reconocer a qué o a quién soy adicto para que esa adicción no me mate? Por eso ahora estoy enfocado en mí mismo porque creo que terminamos siendo adictos a nuestras propias convicciones y es importante detenernos y estudiarnos para que éstas no nos maten.



¿En qué momento asumiste que eras "adicto a tí" y cuándo y cómo decides plasmarlo - artísticamente - en tu último 'acto íntimo'?

Honestamente, aún no he descubierto si soy adicto a mí (risas) quizá sí a mis convicciones. Ahora, sí sé que soy adicto al tabaco... desde adolescente. Fíjate, jamás he probado la marihuana, ni ningún tipo de droga química, no sé lo que es la cocaína, la heroína o los antidepresivos... por eso me pregunto ¿cuando uno prueba algo y le gusta por qué no prueba todo lo demás?, ¿por miedo a conocer un nuevo placer que te haga engancharte? Yo creo que allí actúan la inteligencia y el amor propio: llevándote no a prohibirte ciertas cosas, sino a no interesarte en ellas.


Como todos mis 'actos íntimos' yo los he ido descubriendo y plasmando a medida que he ido profundizando en mí mismo, en un tema que me remueve mucho. Yo trabajo desde la antropología familiar ancestral y en mi familia hay un largo historial de adicciones químicas, emocionales, mentales... desde allí investigo qué puedo y no tener de todo eso. Así me cuido y me protejo de ese árbol genealógico adictivo familiar. Y no sólo de la familia sanguínea, sino también de mis parejas, exparejas, amigos, vecinos que constantemente me están penetrando con sus adicciones. Así es que cuando yo divago en éstas adicciones que me rodean es cuando ya estoy pensando y dando forma a éste nuevo 'acto íntimo', que como bien sabes no suelo escribir sino que salgo al escenario a discernir con el propio público.



¿Y cómo reacciona el público?

En éste sentido yo nunca espero nada del público porque tampoco sé lo que va a pasar. Hablamos de una "dramaturgia viva" y por eso siempre me sorprendo. Me dicen "¡oh, pero cómo te vas a sorprender después de veinte años llevando 'actos íntimos' alrededor del mundo'?!" Y pues sí, me sorprendo porque nunca sé lo que va a pasar, qué va a responder el público. Así que nunca hay frustración, porque al no haber ensayo, no voy esperando una reacción específica, sólo la sorpresa. Yo creo que hay algo muy profundo en mí que es la confianza en el público y la complicidad que surge en el momento cuando paso a su lado y veo que descruzan sus brazos o sus piernas en plan "puedes sentarte a mi lado, vamos a hablar".



Te acompaña un elenco de "adictos". ¿Cómo surge ésta colaboración?

A mí siempre me gusta que la gente se proponga. Hay personitas que se propusieron porque conocen mi lenguaje, espectadores que quieren experimentar lo que es estar dentro de un acto íntimo, actores y actrices que querían repetir conmigo o que deseaban desde hace tiempo formar parte de un 'acto íntimo' y finalmente una convocatoria abierta en redes sociales en la que pedía a los interesados que me contaran cuál era su adicción y expresarla en escena. Creo que el anuncio era algo así como "busco, rebusco e indago a actores, actrices y seguidores del arte para que entren a adiccionarme a escena" y el resultado fue que unas 200 personas se postularon y bueno, luego fue mirar quien tenía éste "power" para poder entrar. La particularidad es que aunque todos estén en escena, en cada función sólo uno de ellos puede verbalizar su adicción y no saben quien será hasta ese momento.



¿A qué más es adicto Santi senso?

Todavía no lo sé (risas) Pero creo que - aparte de éstas convicciones que te comentaba - puede ser a otras personas. Porque yo creo que cuando queremos o deseamos a otras personas, bien porque sean amigos, familiares o amantes comenzamos un poco a mimetizarnos con ellas (en la forma de hablar, de vestir, de pensar). Inconscientemente nos estamos volviendo adictos a ellas. Lo interesante en ese punto es tomar consciencia de que es así...


¿Y viceversa?, ¿has sido la adicción de otros?

Es una buena pregunta, una buena reflexión... si la envidia es adictiva. Muchas personas me dicen que me tienen envidia. Entonces yo me pregunto y les pregunto el por qué o si saben todo lo que he tenido que pasar para conseguir eso que ellos envidian de mí, sea algo físico o de mi profesión o de mi manera de pensar... Probablemente sí que haya habido personas adictas a mí... y lo sigan siendo. Lo puedo detectar cuando me abruman mucho, cuando me demandan sobremanera me doy cuenta que alguien es adicto a mí.



Ser la adicción de otros implica "entregarse", tú utilizas en algún momento la expresión "doblegarse". ¿Puedes ser adicto a tí mismo (ego) y a la vez entregarte sumisamente (humildad) al placer de los demás? ¿Cómo mantienes éste balance?

Yo creo que es una cuestión de ser pragmático. El mundo está lleno de sumisos y dominantes y dominadoras. El balance está en comunicarse desde allí, sea en el trabajo, como en una relación amorosa o de amigos. Dos sumisos juntos no saben qué hacer, dos dominantes terminan matándose por el poder. Por eso es importante el diálogo, el consenso, para actuar sin sufrir y sin hacer sufrir al otro, sin imponer, sin violar. En cuanto a lo que mencionas del ego, creo que es importante mantenerlo siempre y cuando no nos convierta en egocéntricos o en ególatras y queramos aniquilar al ego del otro. El ego está bien porque nos permite reconocernos a nosotros mismos, conocer el sentido de nuestra existencia y nuestro papel en el mundo, nuestro valor. Una vez que lo reconoces puedes proponer, sin imponer, o también proponerte; lo cual es un acto hermoso.



¿Y quién te gustaría que se hiciera adicto a tí?

¡Qué pregunta tan poderosa! Pues como ya habíamos dicho, si alguien se vuelve adicto a mí quiere decir que yo le doy placer, pero el placer también puede ser doloroso y a mí no me gustaría que alguien sufriera por mi culpa, aunque fuera de manera inconsciente por el sólo hecho de que yo les de placer. Por otra parte, me gustaría que si alguien se hiciese adicto a mí si yo también hacerme adicto a esa persona, pero ahí la destrucción puede ser mucho mayor. Así que quizá lo mejor es que nadie se haga adicto a mí, es un peso y una responsabilidad muy grande. No quiero ser responsable del placer de los demás como una adicción, quiero que me disfruten de manera natural.



¿Tienes miedo a una sobredosis de Santi Senso?

Yo creo que la sobredosis es toda esa gente que te califica de muchas cosas. Me pregunto qué es lo que tengo que hace que la gente me siga y se enganche a mí. Yo creo que es la felicidad. Quiero ser adicto a la felicidad más que al placer. Por eso es importante para mí éste 'acto íntimo', para redescubrime a mí mismo después de tantos años y evitar que el ego y mis convicciones me maten.






bottom of page