Bueno, ese sería el título de una película perfecta y muy comercial: Yula, una joven bailarina rusa, hija de un profesor de español, traductor de Fidel Castro en sus constantes viajes a la Unión Soviética (¡Menudo comienzo!) emigra a Israel, específicamente a una zona ultra-ortodoxa donde el cuerpo (su instrumento) prácticamente no puede usarse para otra cosa que no sea caminar y en su caso, hacer las tareas domésticas.
Pronto, a su salida de una clase de hebreo, Yula, rebautizada como Rachel, conoce a Dagan Yifrah, un joven con tantas ganas de moverse como ella. Si fuera un musical se irían a bailar, pero como es la vida real, terminan escapando a la India, se forman en Iyengar (yoga moderno) y regresan para revolucionar la ciudad montando su propia escuela de yoga.
"Nos encontramos con personas, la mayoría mujeres, que ni siquiera sabían los nombres de las partes de su cuerpo... tuvimos que adaptarnos a muchas chicas que pedían entrenar con ropa regular, para ellas usar ropa deportiva es impensable".
Hoy día, contra todos los pronósticos, Beit Shemesh Yoga sigue con sus puertas abiertas. De hecho puedes visitarla y hacer tu primera clase gratis si vas a Israel.
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(Imágenes: Michal Fattal)