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  • Foto del escritorLiceo Magazine

Grímsey: buscando una historia de amor


¿Eres de los que llevas media vida soñando con hacer una película y temes pasarte la otra mitad que te queda pitchándola de festival en festival sin que aparezca ese productor que tanto necesitas para hacer realidad tus sueños? ¡Pues, despierta y fílmala ya! Ese sería el mensaje de Richard García y Raúl Portero, dos jóvenes españoles contemporáneos que ante la frustración que les estaba deparando sus respectivos trabajos, decidieron unir sus sueños - y sus ahorros - para coescribir, coproducir, codirigir y coprotagonizar el largometraje de obsesión gay "Grímsey" (que sí, que el póster lo vende como una historia de amor, pero que realmente es de una obsesión). Sólo necesitarían dos cómplices más: Nacho San José y David Krohnert, quienes les ayudarían en el sonido y en la cámara (los únicos personajes secundarios que aparecen en la trama, además), unos boletos a Islandia, alquilar una camioneta y... ¡Ála!, a recorrer la isla mientras rodaban ésta roadmovie de autodescubrimiento artístico y personal para todos... porque lo que "Grímsey" sí es es una gran historia de amor... al arte de la narración. No en balde, García viene de estrenar un corto, "Taboulé", seleccionado por el MoMA en su programa "New Directors, New Films"; mientras Portero tiene en su historia de vida el aval de tres novelas "La piel gruesa" (2009), "Reykjavík línea 11" (2012) y "La canción pop" (2017). Grímsey es ópera prima para ambos.

Richard Garcia

Bruno (Richard García) está obsesionado con encontrar a Norberto, su ex, ya que considera que sin él prácticamente no podría vivir. Para ello, viaja hasta Islandia e inicia un periplo desde Reykjavík hasta Vik o el remoto Grímsey, el lugar donde sabe que éste se encuentra. Bruno definitivamente no es correspondido (de allí que defendamos nuestra teoría de que más que una historia de amor es de una obsesión), Norberto no le responde, y a juzgar por un mensaje de voz que Bruno le deja "aún recuerdo la primera vez que te traicioné", más bien pareciera que estuviera huyendo de él... con sobradas razones.

Arnau (Raúl Portero), un chico catalán actualmente radicado en Reykjavík será el guía de Bruno, gracias al contacto de una amiga. A Arnau la soledad parece estar matándolo igualmente, pues a las primeras también muestra su casi amor a ciegas por Bruno, a quien podemos ver que acompañaría hasta el fin del mundo si fuera necesario.

Raúl Portero

El miedo a la soledad parece ser en este punto en el eje motor de "Grímsey", Arnau sigue a Bruno de la misma manera que éste sigue a Norberto... no hay ninguna reciprocidad. Todos los personajes están movidos por una figura ideal, todos buscan a alguien que no pueden alcanzar o quizá a alguien que ni siquiera existe. Pero en algún momento podemos ver que lo único que necesitan es un abrazo.

Islandia es un país soberano localizado en el extremo noroeste de Europa, cuyo territorio abarca la isla homónima y algunas pequeñas islas e islotes adyacentes.​ A causa de su localización en la dorsal mesoatlántica, es un país con gran actividad volcánica y geológica, factor que afecta en gran medida al paisaje... Bueno, eso lo dice Wikipedia. En esta película, Islandia es la tercera protagonista de la historia. Fría, caóticamente ordenada cuando se trata de Reykjavík con su estética de fastfood y sus calles de ensueño, con esos suéteres que uniforman la melancolía de sus habitantes. En esta búsqueda por sus carreteras, la cámara es fenomenal, el "low-budget" no afecta al ojo estético de sus realizadores, cada plano es un homenaje al cine nórdico, crudo, intimista, nostálgico... gris.

La música de Álgora - que ahora puede adquirirse en el EP "Canciones para Grímsey" es un punto de distanciamiento necesario a la melancolía de sus protagonistas, un valor añadido con gran acierto a la construcción de la narrativa, es la luz, es la alegría, es la esperanza de Pablo y Arnau.

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