"Pese a que las galerías son empresas privadas, su contribución a la sociedad es innegable", comenta Raquel Ponce, directora de Ponce + Robles, quien celebra los 50 años de su espacio (30 de ella + 20 de él). Sin duda, es impensable Madrid sin sus galerías. Son ellas - entre otros espacios - las que hacen amigable la ciudad, auténticos refugios estéticos para entrar a acariciar y consentir el alma y los sentidos, descubrir a un nuevo creador o un nuevo trabajo, alimentarse del conocimiento del galerista y en el mejor de los casos, hacer la mejor inversión de nuestras vidas.
"Parece que pocos lo saben, por eso es bueno repetirlo: visitar las galerías es gratis. Aporta Juan Curto, director de La Cámara Oscura, galería especializada - como su nombre indica - en la fotografía. "Pero también es bueno educar a la población en que las obras están allí - a diferencia de lo que sucede con un museo - exhibiéndose para ser compradas. Es el fin último de una galería, lo que al final de cuentas las mantiene en pie". Curto nos da una buena lección de arte como negocio. En la Cámara Oscura hay obras desde 250 euros. Y cabe destacar que hay otras galerías alternativas, como La Fiambrera, donde incluso hay obras por debajo de los 100 euros. Por supuesto, hay de todos los tipos y cachés. Pero lo importante es educar a la gente sobre la inteligencia de invertir en el arte, que al igual que a diferencia de un coche o cualquier otro objeto de lujo, siempre se revaloriza; incluso, es usual que entre más pasa el tiempo más actual, importante y valiosa se vuelve la obra.
Éstos días, las galerías de Madrid deberían estar centradas en ARCO, Art Madrid, Flecha o cualquier otro gran evento de la Semana del Arte Contemporáneo en la ciudad; pero la pandemia éste año lo ha hecho imposible. Por fortuna, la unión de nuestras galerías y nuestra gente es latente y surgen o se reinventan iniciativas como la ARCO Gallery Walk, que la Fundación ARCO realiza junto a las chicas de La Liminal o Una más Una, quienes realizan las visitas guiadas por estos espacios e incluso propician el diálogo con sus directores.
Alberto, de José de la Mano, es una muestra del amor y compromiso de los galeristas para con sus artistas y también el público en general. Ésta misma semana abrió las puertas a su nueva exposición 'Claudio Goulart. Retrato Interior', la primera retrospectiva realizada en España sobre el trabajo de éste potente artista brasileño, quien realizó la mayor parte de su obra en Holanda. Alberto no deja de señalar lo orgulloso y feliz que está por éste aporte cultural. Curada por Ricardo Recuero, '...Goulart...' supone además no sólo el reto de traer la obra de un artista internacional en éstos tiempos de burocracia pandémica, sino rescatar la memoria de un héroe abatido por otra pandemia, el SIDA, quien luchó irónicamente por su libertad sexual y la de todos aquéllos que pudieran relacionarse con su obra.
Algo parecido es lo que propone el artista Javier Palacios con su exposición 'Carnadura', en la galería FORMATOCOMODO, aunque sin duda, de una manera mucho menos directa, jugando con la imaginación o la memoria colectiva de los espectadores. Sus "tótems" extremadamente minimalistas nos llevan a darles un significado dependiendo de la osadía de nuestras mentes.
Por supuesto, hay galerías para quienes buscan obras de artistas que ya forman parte del inconsciente colectivo, de nuestra historia. Galerías como Leandro Navarro son perfectas para quienes desean un Dalí o un Picasso. El espacio, casi sagrado, que nos recuerda una cripta o bien la bóveda de una iglesia, es perfecto para albergar estás obras. Nuevamente, su personal te acogerá para enseñarte todos los detalles sobre los artistas del modernismo o las vanguardias que allí exhiben. Mientras Rafael Ortiz, casi como una misión de vida, se propone hacer que el cliente/público en general conozca la obra de grandes autores menos conocidos.
Para quienes busquen lo experimental, ahora mismo nada mejor que The Goma. En sus techos - sí, leyó bien -, unidos por largos rieles aéreos, se exhiben las obras de la serie 'La Cuarta Generación', de Enrique Radigales. El genio de la contemporaneidad ha cambiado los lienzos por aluminio y los pinceles por las amoladoras, para crear potentes cuadros industriales que nos invitan a reflexionar sobre la tierra de la cual salen todos estos materiales. De allí, su interés en colocarlas sobre nuestras cabezas, y hacernos sentir como si fuéramos un mineral más. Quizás, la misma sal de la tierra.
Y con la tierra , volvemos como si fuera un ciclo vital, a la arriba citada Ponce+Robles, galería que celebra sus 50 años con 4 exposiciones, 4 elementos, 4 curadores; siendo la primera a exhibir, '¡Tierra a la vista! Un paisaje de formas encontradas', comisariada por David Barro.
Sabiamente, Barro nos traslada desde el principio a una montaña, con una pintura/instalación central de Francoise Vanneraud (Golden Creek) invitándonos a sumergirnos en su idea de naturaleza, hechizándonos con su río de oro. Una vez dentro, Gabriela Albergaria, Ricardo Calero, Menchu Lamas, Verónica Moar e Inés Teles hacen de las suyas, como encantadores gnomos, capaces aún de moldear la naturaleza y hacerla más potente con sus manos.
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