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  • Foto del escritorLiceo Magazine

Santa Wilfrida: La virgen que fue trans "por la gracia de Dios".


Imagen alemana de Santa Wilfrida Wilgefortis.
Imagen alemana de Santa Wilfrida Wilgefortis.

En las paredes de la Iglesia de Santa María en el pueblo de Worstead en Norfolk, aparece un ícono muy extraño. Aunque descolorido y algo dañado por los iconoclastas de la Reforma inglesa, muestra a una mujer joven con una corona y un vestido suelto colgando de una cruz. Un ícono de una mujer crucificada es inusual en sí mismo. Sin embargo, lo que lo hace aún más extraña es que el artista ha representado a la joven con una barba muy larga. Esta dama barbuda es conocida como St Uncumber. Sin embargo, es solo una versión local más de una santa patrona que fue popular en toda Europa en la Edad Media: Wilfrida (Wilgefortis), la santa que rezó a Dios para convertirse en hombre. A pesar de la naturaleza poco probable de su historia, Wilfrida pronto se hizo popular entre las mujeres desde el Mediterráneo hasta Inglaterra. Mujeres que comenzaron a pedirle a rezarle pidiéndole un respiro del abuso de los hombres en sus vidas. En los últimos años, la comunidad LGBTQIA, específicamente trans, ha recuperado la leyenda de Wilfrida como 'ícono trans'. Pero vayamos a sus orígenes.

Imagen de Santa Wilgefortis en Praga, República Checa.
Imagen de Santa Wilgefortis en Praga, República Checa.

La historia de Virgo Fortis. La leyenda de Wilfrida creció en torno a su singular imagen. Aunque los detalles varían de una región a otra, la iconografía esencial sigue siendo la misma: Wilfrida se representa como una mujer barbuda clavada a una cruz. En muchas versiones, aunque no en todas, también se la representa con un pie descalzo y el zapato tirado en dirección a un violinista arrodillado que está tocando para ella. El nombre de Wilfrida ('Wilgefortis') está tomado del latín 'virgo fortis' o 'virgen valiente'. Algunos estudiosos, sin embargo, creen que se deriva de una corrupción del alemán HilgeVartz o "santo rostro”. Como sea, ambos nombres encapsulan el coraje de ésta mujer y el origen divino de su barba milagrosa. Cuenta la leyenda que Wilfridita era una de las nueve hijas de un rey pagano de Portugal. Joven y hermosa, comenzó a tener pretendientes desde temprana edad, sin embargo, ella nunca sentía atracción por ninguno de ellos y los iba dejando a sus hermanas. Sin embargo, como princesa no podía escapar de su destino y un buen día recibió la noticia de que su padre había acordado su matrimonio con un gobernante cercano. La identidad de este rey vecino varía según la localidad. En algunas versiones es un rey musulmán, en otras un príncipe pagano de Sicilia. De cualquier manera, la princesa adolescente estaba horrorizada con la idea de ser sometida a un hombre e intentó revelarse a su padre, consiguiendo que éste la arrojara a un calabozo hasta la víspera de la boda. Fue entonces cuando Wilfrida, que al igual que sus hermanas y por educación de su madre era secretamente cristiana, elevó a Dios una súplica con fe de que de esa manera podría librarse de su destino de doncella. El día de la boda, Dios había obrado su milagro y Wilfrida despertó con una lujosa barba poblada de la que cualquier hombre se habría sentido orgulloso (entonces las leyendas no eran "muy gráficas", así que esa barba era suficiente para señalar su transición o cambio de género). Tal como esperaba, cuando su prometido llegó a buscarla pensó que era una broma del rey y canceló la boda. Evidentemente, Wilfrida estaba feliz, pensó que como hombre sería libre y nunca más tendría que someterse a otro de ellos. Pero su felicidad duraría muy poco. El rey estaba furioso y cuando corrió hacia ella a preguntarle qué había hecho para alejar a su prometido, encontró debajo de aquél vestido tan precioso a un hijo varón. Wilfrida, desafiante, le confesó que el dios que ella adoraba la había salvado. Pero, en lugar de sentirse impresionado o acobardado por esta demostración de poder celestial, su padre le anunció: “Entonces morirás como aquél a quien adoras”. Y fue así como ordenó que Wilfrida, al igual que Cristo, fuera crucificada... o crucificado. Un elemento adicional de la leyenda cuenta como mientras Wilfrida colgaba agonizante, un pobre violinista se arrodilló al pie de su cruz y comenzó a tocar para ella. Agradecida por el gesto, Wilfrida le lanzó una de sus zapatillas de oro, que el hombre luego mandaría a fundir para labrarse un mejor futuro. (Imagen de encabezado).


Tríptico de la crucifixión de santa Wilgefortis, por El Bosco. Años 1490.
Tríptico de la crucifixión de santa Wilgefortis, por El Bosco. Años 1490.

La Patrona de las Mujeres Abusadas Por improbable que suene ésta historia, el mito de la "Santa trans" comenzó a extenderse por Europa. Hacia 1350, su imagen comenzó a brotar en iglesias de Alemania, Italia, España, Francia, Europa del Este e Inglaterra. En la Iglesia de Loreto en Praga, tenía su propia Capilla, la Capilla de Nuestra Señora de los Dolores. Wilfrida incluso apareció en la Capilla de Enrique VII en la Abadía de Westminster. La gente celebraba su fiesta el 20 de julio. De hecho, "San Wilgefort" fue un santo predilecto hasta el siglo XVI. Debido a su cruel maltrato por parte de los hombres en su vida, Wilfrida se convirtió en una especie de héroe/heroína para las mujeres abusadas que llegaron a verla como su defensora. Los ingleses la conocían como St Uncumber. Según Tomás Moro, el escritor y estadista del siglo XVI, las mujeres creían que “por un pedacito de avena no permitía que sus maridos las despojaran". Este tema de ser relevada de los hombres problemáticos fue una característica del culto de 'Wilgefortis' en otras partes de Europa, donde nuevamente se la conocía por nombres locales. En Francia, ella era St Debarras - "St Riddance". En los Países Bajos, se le conocería como Ontkommer, que significa “quien evita algo”. En un 'Libro de Horas' holandés de 1415, se le representa como uns santa con una espesa barba blanca y un halo en lugar de una corona, atada a su cruz en forma de T y un vestido tan largo que cubre sus pies. Pero destaca la ausencia de sus botas doradas y el violinista. En Italia y España, ella era el espíritu de la liberación, y fue conocida como Santa Liberata y Santa Librada, respectivamente.


Los cambios de nombre también reflejaron el sabor local que podría adquirir su leyenda. Su historia, tal como se refleja en la Iglesia de Santa María en Bayona, España, es particularmente llamativa. Como ya dijimos, Wilfrida se representa aquí como Santa Librada, colgando de la cruz con un vestido floral. Curiosamente, ella no tiene barba. Tampoco asiste ningún violinista. En cambio, sus ocho hermanas, Ginebra, Victoria, Eumelia, Germana, Gema, Marciana, Basilisa y Quiteria y su niñera Sila, rodean a Librada. Según la leyenda local, todas las hermanas, no solo ella, fueron martirizadas en algún momento del siglo II d.C. Su madre cristiana las había escondido de su padre, el gobernador romano de España cuando eran bebés. Su nodriza las crió en una cueva, pero una vez que crecieron, su padre los encontró. Cuando descubrió que eran cristianas, trató de persuadirlas para que se retractaran, pero ante su negativa, las mató. Un caso de identidad errada. Pocas personas hoy día podrían tomar la leyenda de Santa Wilfrida con literalidad, como podría suceder con Papá Noel, Los Reyes Magos, San Valentín o San Jorge y El Dragón, incluso el mismo Jesús. Los historiadores, de hecho, señalan que podría ser un caso de identidad errada y que según la moda de la época o la región, éstas imágenes (al menos las primeras) hayan sido del mismo Jesucristo luciendo un vestido que podría parecer "demasiado femenino", algunos hablan de una santa con problemas hormonales que le producían barba y otros sencillamente se decantan por un santo/santa hermafrodita. Como sea, resulta muy particular que aunque éstos íconos sigan en sus respectivas iglesias, La Iglesia nunca haya querido hablar de ellas, al punto de que Wilfrida no sea reconocida oficialmente como santa, lo que indica que la discriminación hacia las personas diferentes siguen en el altar. Quizá sea hora de que al igual que los niños, los enamorados o los amantes de los libros, las personas "queer" reclamen su propia santa.


Nelson Garrido - La sonrisa de santa Liberata, de la serie «Todos los santos son muertos», 1989-1990.
Nelson Garrido - La sonrisa de santa Liberata, de la serie «Todos los santos son muertos», 1989-1990.

La ambivalencia mostrada por la interpretación de la representación de santa Librada-Wilgefortis ha propiciado la superación de los antagonismos femenino y masculino, tal y como lo ha hecho de forma sumamente creativa el fotógrafo venezolano Nelson Garrido disolviendo los antagonismos de género y tratando de superar el viejo dualismo femenino-masculino.


Garrido busca y consigue con esta imagen dedicada a santa Librada provocar un efecto perturbador al contrastar la desnudez de la santa con la masculinidad de un rostro barbudo. La santa, a su vez, acentúa mediante su sonrisa la condición gozosa con la que suele representarse a las mártires crucificadas, donde no manifiestan su dolor debido a la creencia de convertirse prontamente en un cuerpo glorioso.

(Con información de www.historycollection.com)


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