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  • Foto del escritorLiceo Magazine

River Claure: los latinoamericanos tenemos una deuda pendiente con nuestros ancestros.

El artista visual River Claure (Cochabamba, Bolivia, 1997) presenta en la Galería Cámara Oscura de Madrid su proyecto “Warawar Wawa”, el cual lo ha convertido en uno de los fotógrafos latinoamericanos más premiados en todo el mundo.


River Claure inaugura su muestra 'Warawar Wawa' en la Galería Cámara Oscura de Madrid. 26 de Marzo de 2022.
River Claure inaugura su muestra 'Warawar Wawa' en la Galería Cámara Oscura de Madrid. 26 de Marzo de 2022.

¿Cómo se puede saber cuando una obra de arte, incluso en éste caso una tan "pasiva" como una fotografía, genera debate? Pues simplemente, presenciándola. Y eso fue lo que sucedió justamente éste sábado 26 de Marzo en la galería Cámara Oscura de Madrid durante la presentación de la exposición 'Warawar Wawa' (Hijo de las Estrellas), del artista visual River Claure (Cochabamba, Bolivia, 1997).

Según Mathias Heibelg (en una nota de prensa previamente recibida) la intención de River Claure de recomponer, desde la imagen fotográfica, la identidad boliviana, no es gratuita. Lo novedoso del proyecto es el punto de partida. River Claure se apropia de uno de los textos fundamentales del canon Occidental –“El principito”, de Antoine de Saint-Exupery- y lo recodifica.




"Para mí las capas de significados son muy importantes en una obra de arte. Es lo que permite dialogar en diferentes contextos. Ésta capa del Principito también representa eso. Las diferentes lecturas sobre éste clásico que significa algo diferente para cualquier persona en cualquier lugar del mundo. Gracias a eso hemos podido exponer en China, en Reino Unido, en Suiza, en toda Europa... los festivales han sido muy amables con nuestro trabajo. Pero en la fotografía también está mi tierra, Bolivia, sus paisajes, que es lo que ha llevado que nos publique National Geographic, nuestros trajes tradicionales, que fue lo que nos permitió estar presente en Vogue... el sincretismo religioso entre el catolicismo que nos llegó y nuestra mitología - Expone Claure durante la inauguración de su exposición en Madrid -. Así, por ejemplo, el cordero de aquél Principito lo fotografío cubierto de sangre, como el cordero de Dios tan presente en nuestro imaginario. Y si hay Dios, pues también debe estar la Virgen, que aquí la presento como una Pachamama, 'La Virgen Cerro', la virgen de la tierra".




De ésta manera, el artista produce nuevos códigos e iconos que responden al concepto Chi’xi y que en lengua aimara quiere decir “gris”.


"La identidad Latinoamericana es gris, ni siquiera un gris perfecto, diría más bien una sensación de gris, la unión entra una Europa blanca, una fuerte presencia negra e indigenista, muchos matices".


River nos ubica entre la concepción hegemónica y esa concepción indigenista: reivindica las raíces de la civilización Aimara pero también nos señala, a partir de gestos estéticos cuidadosamente elegidos, la presencia de Bolivia dentro de una economía global. Es decir, no nos presenta una tierra aislada, una terra ignota, sino que nos devela el complejo y rico entramado cultural de la región. Tampoco pretende desplazar todo sistema de representación precedente, sino completarlo a través de códigos visuales que actualizan la identidad del país. Porque, tomando prestado un concepto que se aplica a la crítica literaria, todo texto, digamos todo símbolo, “es el testimonio de un fracaso: el de intentar fijar algo que no es más que pura circulación”. Lo que hace la obra de River es poner de manifiesto ese tránsito.


"Aunque logremos dar finalmente con una respuesta a cuál es la identidad latinoamericana, nunca podremos decolonializarnos, "lavarnos", de todo lo que nos ha ocurrido. No me gusta el concepto de realismo mágico, pero es cierto que somos magia, mito, tierra, una conquista y sangre derramada por un colonialismo atroz".


¡Y comienza el debate!


Para un asistente español, "la conquista es parte de la humanidad. No puede haber conquista sin derramamiento de sangre. Ya lo hicieron los egipcios, los griegos, los romanos..."


Para una estupefacta asistente latina "el pedir perdón a través de un acto formal es algo que podría subsanar muchas de éstas heridas históricas".


'Warawar Wawa' podría ser ejemplo del "fracaso" de ese debate que vemos que aún circula: "¿quién le debe a quién?" Claure parece tenerlo bastante claro: "si hay alguien con quien los latinoamericanos estamos en deuda es con nuestros ancestros. Creo que a ellos les debemos más que a los europeos, sin menospreciar por supuesto todo lo que ellos han aportado a nuestra cultura. Pero aún tenemos una deuda pendiente con nuestros antepasados, con ese legado que debemos mantener presente".


Pero si hay algo que fortalece todas éstas capas de lectura es la preparación que hay detrás de cada fotografía, o mejor dicho de su puesta en escena.


Claure River tiene una formación en Artes Escénicas y Dramaturgia y siempre ha querido dedicarse al cine, de allí su interés y facilidad para contar una historia. Para realizar una serie fotográfica, el artista dibuja previamente un storyboard donde analiza qué imagen le funciona o no para contar lo que desea; trabaja con un equipo profesional parecido al cinematográfico (incluyendo departamentos de arte, vestuario y maquillaje) y selecciona a sus modelos/actores a través de un proceso parecido a un casting.


"En verdad siempre he querido hacer cine y contar ésta historia, pero me abrumaba rodearme de tanta gente. Irónicamente cuando ya estaba en la localización y miré a mi alrededor me di cuenta que perfectamente hubiese podido utilizar una cámara y rodar una película porque el personal era más o menos el mismo... creo que para la próxima lo haré".


Ya podemos intuir que el vuelo de éste piloto apenas comienza...


Por último, cabe mencionar la importancia del nombre “Warawar Wawa” (Hijo de las estrellas). En lengua aimara, de la misma manera que en cualquier otra lengua, no existen palabras que sean equivalentes a otras en lengua extranjera. Es el caso de “principito”. Las fotografías forman parte de un proyecto mayor que consiste en la traducción de El principito al aimara. Pero hablar de traducción es, exactamente, no comprender el trabajo de River: su obra es una adaptación, una expresión que asume un modelo y lo hace suyo, lo actualiza. Es así como “El principito” se transforma -no se traduce ni se sustituye- en “Warawar Wawa”, ubicándolo en un contexto de codificación aimara, pero, ante todo, boliviana.





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