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Sagrado y Profano: el arte de Josué Hernández.

El artista canario (La Orotava, 1992) participa en la Phtalo Azul Art Gallery de Sevilla, epítome de la Semana Santa española, en la exposición colectiva "Del Cielo a la Tierra" y aprovecha para reflexionar con Liceo Magazine sobre su vida y obra.



Josué, eres la definición perfecta (50/50) de Sagrado y Profano. Tu estudio es un templo que lo mismo alberga vírgenes y santos que desnudos de hombres perfectos. ¿Cómo llevas ésta dicotomía?  Yo creo que la dicotomía desaparece cuando la belleza se convierte en un denominador común. Al fin y al cabo, el arte esta hecho por y para los sentidos, independientemente de su intención o mensaje. El filósofo Umberto Eco exponía que llamamos «bello», al igual que otros adjetivos similares, para definir algo que nos gusta (no en el sentido de deseo sexual), incluso el Barroco configuró un lenguaje donde hay relación entre la belleza (el bien) y la fealdad (el mal), conceptos que hemos asumido y asimilado a lo largo del tiempo. De esta manera, ya sean obras de arte sacro o piezas profanas como los desnudos, mis alegorías o pinturas mitológicas, en todas ellas late con fuerza la búsqueda del bello ideal. Esto es, en palabras de Megs, escoger lo mejor y más útil de la Naturaleza, conservando lo esencial de cada cosa.


Josué Hernández, Ánimas del purgatorio (pormenor), 2021
Josué Hernández, Ánimas del purgatorio (pormenor), 2021

Es una dualidad muy "griega" (en términos artísticos coloquiales) pero muy poco católica. De hecho, allí es donde se produce la dicotomía: el desnudo y el homoerotismo como pecado. ¿Has sido censurado en algún momento o te has visto debatiendo con algún cliente o expositor sobre esto? La verdad que es una cuestión de lo más atractiva porque hay mucha confusión al respecto. El dilema de la moral y el desnudo es siempre debate abierto, y muchas veces asociamos el desnudo con la lujuria, que sí es el verdadero pecado, donde el deseo sexual se apodera y controla nuestras acciones. Pero es curioso que si profundizamos un poco vemos que se puede asociar más a un pensamiento particular que a una visión general. Quiero decir con esto, aunque por desgracia todavía hay personas, ya sean sacerdotes o laicos, que rechacen el desnudo por ser pecado (lo único que tienen de pecado son sus mentalidades turbias y prejuiciosas) no implica que exista un rechazo por parte de la Iglesia o la cultura católica. Es curioso como Juan Pablo II define la contemplación del desnudo en el arte como «la verdad total del ser humano, en la dignidad y belleza».


Josué Hernández, Alegoría del desengaño del mundo (pormenor), 2015
Josué Hernández, Alegoría del desengaño del mundo (pormenor), 2015

El catolicismo, y más después del concilio de Trento, siempre apoyó y defendió el arte. En las iglesias podemos encontrar grandes obras de arte que representan a Cristo desnudo, así como ángeles o santos. Han sido mas bien las estéticas y corrientes ideológicas del momento los que, en cada época, han tapado o destapado la anatomía humana. Quizás a una dama de época victoriana no le haría muy feliz ver a una María Magdalena renacentista con los pechos al descubierto. Por suerte tan sólo me vi censurado una vez en una obra (y solamente por el trasero de una mujer), algo que me pareció que rozaba el ridículo. De resto, todas las censuras han sido aplicadas sobre mi cuenta de Instagram y su política delirante de persecución al desnudo (y no a la xenofobia, homofobia, misoginia, comentarios que promueven el odio y la violencia, al spam, cuentas falsas, etc.)

Exposición "Del Cielo a la Tierra", actualmente en la Phtalo Azul Art Gallery de Sevilla
Exposición "Del Cielo a la Tierra", actualmente en la Phtalo Azul Art Gallery de Sevilla

¿Eres católico?

Sí 


¿Practicante? Sí. Quizás de una forma un tanto más laxa o relajada. Llevas una vida muy tranquila en tu isla (La Orotava - Tenerife). Incluso creo que te sorprendió que te quisiéramos hacer esta entrevista. ¿No te has visto seducido por el "glamour" de las grandes ciudades, con sus continuos openings, fiestas y material para Instagram?  La verdad es que no. Disfruto mucho de la paz y la tranquilidad que me aporta mi isla, y creo que es algo que puede ser extensible a muchos lugares de España en los que me he sentido muy a gusto. Llevo una vida muy serena, con mucha intensidad en mi trabajo, pero aprovechando los pocos ratos libres que tengo para cuidar de mis plantas, echarme una siesta en la playa o compartir un café con mis amigos.


¿Cómo ha sido tu formación artística?, ¿cómo te decantas por la pintura clásica? Llamar «formación» a la formación que he tenido tiene más imaginación que las novelas de Julio Verne (ríe). Quizás a estas alturas de mi vida se antoje extraño e incomprensible lo que voy a decir, pero nunca pensé dedicarme al arte. De pequeño dibujaba como pasatiempo, me gustaba crear. También era un lector empedernido de libros de arte. Pero siempre me atrajo el urbanismo. Me formé en ciencias y tecnología y comencé la carrera de Arquitectura en Las Palmas de Gran Canaria, pero la poca cuantía de las becas y un problema familiar frustraron mis estudios. Fue en ese momento cuando opté en aventurarme, con el sempiterno apoyo de mis padres, en Bellas Artes, sin haber cogido un pincel en toda mi vida. Y empezaron las desilusiones. En mi cabeza quedaban ecos de aquella formación académica de los grandes pintores y artistas del pasado, pero la realidad era bien distinta. La Universidad de La Laguna limitaba el arte figurativo en pro de una mancha de vanguardia. Una abstracción que no estaba echa para mí, unido a asignaturas que se me antojaban más de relleno que de aprendizaje. Y salí de la facultad con el sentimiento de no haber aprendido nada. Por ello, y por desesperación, durante la carrera empecé a volverme autodidacta. Tenía la idea, sabía lo que quería. Tan sólo me faltaba la técnica. Así que empecé a fijarme en técnicas de academias actuales europeas y americanas e intentar simular su procedimiento de tal forma que pudiera asimilarlo e ir depurando, a base de ensayo y error, mi estilo propio.



Un tema muy habitual en tu obra - y que une cualquier vida sea sagrada o profana - es la muerte. De hecho, incluso le dedicaste toda una exposición. ¿Piensas mucho en ella? No es que piense en ella pero sí la tengo presente. Tal vez por ese discurso tan barroco de que «la verdadera filosofía es pensar en la muerte». Cuando sufres la pérdida de un ser querido te das cuenta que a veces no equilibramos bien la balanza de nuestras prioridades cotidianas. Le damos más valor a unos cuantos likes en las redes, nuestras rutinas de ejercicio o incluso el día a día de nuestro trabajo y no nos paramos a valorar la calidez de un abrazo, el amor de una madre, la familia o aquellas personas con las que te olvidas de disfrutar del momento pensando que siempre estarán ahí y luego te arrepientes cuando faltan. Hasta la belleza efímera de una puesta de sol que tenemos la suerte que vuelve a repetirse, pero nunca es igual a la anterior. El tiempo es fugaz y nosotros perecederos. Por ello intento, como si de una contrarreloj de tratase, de inmortalizar en mis cuadros todo aquello que puedo antes de que desaparezca, ya sea lo que desaparece lo representado o el propio pintor. Es doloroso saber y recordar que hay modelos que he pintado que ya no están y a la vez sentirte satisfecho por la ilusión que pusieron en mi obra y que pudieron verla terminada.


Josué Hernández, Alegoría del tiempo, 2018
Josué Hernández, Alegoría del tiempo, 2018

Vives relativamente aislado. ¿Cómo llegas entonces a tus modelos o cómo llegan tus modelos a tí? Pues la verdad que, a diferencia de lo que mucha gente piensa (o por lo que me han escrito, la mayoría) yo no elijo a mis modelos, sino mas bien ellos me eligen a mí. En el caso de mi serie de desnudos es, creo, donde se plasma mejor esta evidencia. También que puedo trabajar con ellos a través de las redes y resulta más fácil y cómodo. Pero si hablamos de algún tipo de encargo o una pintura que requiere una pose más determinada o un estudio de la luz específico, ahí es donde noto realmente el aislamiento de vivir en una isla. Generalmente cuando tengo una idea en mi atolondrada cabeza y quiero hacerla tangible, hablo con amigos que forman ya parte de mi elenco de musos isleños o publico en las redes sociales mi nuevo proyecto por si hay alguien interesado y tiene la posibilidad o interés de viajar a las islas. Es entonces donde los uso como un maniquí al natural como base de la obra, a la que luego se añadirá a lápiz o a punta de pincel todos los atributos iconográficos y el color que serán los verdaderos artífices de enseñar «mi mundo» al mundo a través de mis ojos.


Josué Hernández, Mark (pormenor), 2015
Josué Hernández, Mark (pormenor), 2015

Indudablemente eres muy guapo, al punto que eres otro de tus modelos. Os parecéis porque todos cumplís con los patrones de la belleza masculina clásica (unos cuerpos fuertes, fibrados, viriles...) hasta qué punto es importante para tí (como artista y como hombre) esta perfección.  No me considero nada de eso (ríe) La verdad que me aplico muy poco, por no decir nada, los criterios de naturalidad que admiro en los demás. Quizás sea demasiado exigente conmigo mismo, no haya recuperado mi peso de antaño (perdí más de 20 kilos por estrés y ansiedad que jamás he conseguido recuperar) o simplemente por falta de interés. Creo que me tengo más que visto y siempre es más atractivo trabajar e inmortalizar a los demás.

Por el lado de la estética, cuando comencé a trabajar en esto nadie, absolutamente nadie confiaba en mi trabajo. Mis primeros modelos fueron amigos y compañeros de carrera y dio la casualidad que todos eran peludos y barbudos. Lo que empezó siendo fruto del azar acabó, sin pretenderlo, fraguando una estética ya irremplazable en mis pinturas. La naturalidad del vello corporal dota de cierta textura a mis trabajos que da la sensación de realismo y veracidad y, además, es una forma de reivindicar el vello corporal en el desnudo masculino, tan poco usual en el arte.

Ahora bien, cabe matizar y mucho ese patrón de «fibrado» ya que para mí un cuerpo hipermusculado me produce cierto rechazo. Valoro más la expresión, la elegancia de las formas, las proporciones o la naturalidad. Y en ello a veces encaja mejor una barriga peluda que unos abdominales perfectamente definidos.


Josué Hernández, sin título, 2019
Josué Hernández, sin título, 2019

Muchas nuevas propuestas en el retrato contemporáneo (dibujo, pintura, fotografía) están explorando el trabajo con cuerpos y bellezas más alternativos... ¿qué opinión te merece ésta corriente?  Me parece perfecto. Es lo que hablábamos sobre el estereotipo de la figura humana y donde la publicidad y el cine han influenciado demasiado. Solo hay que comparar alguna actriz popular de Hollywood o un simple anuncio de perfume con las formas de una Afrodita de Milos o algún desnudo decimonónico de Bouguereau. Creo que el ser humano cabe en todas las corrientes artísticas y que todos los cuerpos pueden ser fuente de inspiración. Quizás yo me haya adaptado a un arquetipo de cuerpo que se ha convertido en mi modelo más representativo, pero eso no implica que sea inmutable para otros artistas.


Pormenores de algunas obras de Josué Hernández: Ramón (2021), Manu (20210) y Sam (2021)
Pormenores de algunas obras de Josué Hernández: Ramón (2021), Manu (20210) y Sam (2021)

¿Te atreverías a pintar a una persona con sobrepeso o alguna limitación física?  Sí. No veo por qué no. Me resulta curiosa y anecdótica esta pregunta porque a lo largo de mi vida profesional y mi proceso creativo conocí gente de una extraordinaria belleza que solo podían recibir de mí toda la admiración posible y que más de uno me confesó que le hubiera gustado ser mi modelo, pero me rechazaban porque tenían barriga. Y eso a la larga reconozco que me acabó frustrando. Todas las personas que me gustaban como modelos se negaban a trabajar conmigo por su condición o, mejor dicho, prejuicios físicos, y eso ocasionó que dejase de buscar modelos. Ahora solo trabajo con aquellas personas que abiertamente quieren y desean trabajar conmigo. ¡Muchísimas gracias por tu tiempo y tu dedicación!  A ustedes por el interés en mi trabajo y en mi persona.

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