Cruzao Flamenco: cuando la inmigración se convierte en arte vivo.
- Liceo Magazine
- 13 abr
- 2 Min. de lectura
El cantante Carlos Talez y la bailaora Antonieta Agustí fusionan bulería, soleá y cante jondo con los ritmos más autóctonos de Venezuela.

¿Y si el flamenco se encontrara con la percusión caribeña en una calle de Madrid y, en lugar de saludarse de lejos, decidieran montar una fiesta? Eso es Cruzao Flamenco: un espectáculo que no se anda con rodeos, que va directo al cuerpo, al ritmo y a la emoción. Aquí no se trata de una mezcla forzada ni de un experimento curioso. Se trata de dos mundos que se entienden, que se desean y que, al juntarse, hacen algo completamente nuevo.
Las mentes (y el corazón rítmico) detrás de esta propuesta son dos artistas venezolanos. Carlos Talez, cantante y músico con más de 30 años de trayectoria y Antonieta Agustí, bailarina de danza contemporánea, latinoamericana y flamenco.

Talez no solo domina los tambores como quien respira, sino que además dirige una orquesta que parece salida de una calle de la costa venezolana con destino directo a Madrid. Agustí completa la ecuación con una fuerza y una elegancia característica de la mujer venezolana, inspirada por las grandes figuras del flamenco.
Pero lo más cautivador es cómo todo esto se cruza —sí, por ello es un "cruzao"— en escena: rumbas que se enredan con soleás, maracas que acompañan bulerías, zapateados que le responden a los congos. El resultado es un torbellino sonoro y visual que no te da respiro, pero tampoco quieres que se acabe. Y es que sin duda, lo más atractivo de Cruzao Flamenco es su autenticidad. No hay postureo, no hay “vamos a hacer fusión porque está de moda”. Aquí se nota que hay vida, historia y mucho ensayo detrás (por increíble que suene, Talez es un portento que estudia los ritmos latinos y sus orígenes, incluyendo el flamenco... desde los nueve años de edad). Es lo que pasa cuando artistas migrantes se atreven a mezclar lo que traen con lo que encuentran, la incertidumbre con el anhelo, la nostalgia con la esperanza, el dolor con el agradecimiento... creando un lenguaje propio que no sigue fórmulas.
¿Es flamenco? ¿Es música caribeña? ¿Es danza contemporánea? Es todo eso y mucho más. Pero sobre todo, es una experiencia que hay que ver en vivo. Porque sí, podemos contarte que emociona, que te deja con la boca abierta, que sales bailando sin darte cuenta…
Y mientras llega tu oportunidad de verlos en vivo —pendientes de su cuenta y del documental que estamos preparando en LICEO —, te invitamos a asomarte a su universo con el video que acaban de lanzar. Dale play, súbele el volumen y prepárate para el cruce.
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