Adiós a Ouka Leele
- Liceo Magazine
- 25 may 2022
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La fotógrafa inclasificable, ícono absoluto de La Movida y Medalla de Madrid 2022 se despide a los 64 años.

Bárbara Allende Gil de Biedma, ya inmortal por su nombre artístico Ouka Leele, fue una de las artistas más singulares y reconocibles de la movida madrileña. El nombre lo tomó de una constelación de estrellas inventada por su compañero de generación El Hortelano, que lo creó para su emblemático cómic Europa Requiem (1977). Formó un grupo creativo con Ceesepe, El Hortelano, García-Alix… Todos colaboraban en lo que hacían, en revistas como Star.

"Éramos niños perdidos en el país de Nunca Jamás, los raros de nuestras familias, y nos entendíamos. Uno tocaba, otro pintaba, te pinchaban para hacer fotos… Muy creativos, nos creíamos importantes, que hacíamos algo histórico. No estábamos en el arte por ganar dinero. Lo importante era la libertad para hacer lo que queríamos - contaba la propia Leele a El País. Pensábamos que íbamos a cambiar la vida, con unas utopías… la propiedad estaba mal vista. Ahora hablan del poliamor como si fuera un descubrimiento… nosotros ya lo experimentábamos. Pero siempre diré que era horrible la parte de las drogas. Una amiga maravillosa al día siguiente tenía los ojos que no te miraba; chicas que de un día para otro les cambiaba la cara y a los meses estaban muertas."

Ouka Leele comenzó su idilio con el arte desde muy joven, encontrando la inspiración en el mundo de los sueños. Fue dentro de esos paisajes oníricos donde descubrió escenas increíbles que trasladaría a la realidad y materializaría en su obra a través de escritos, fotografías, dibujos y pinturas.
A finales de 2021, el Círculo de Bellas Artes de Madrid rindió homenaje a la artista en la retrospectiva 'Supernova'. La exposición fue un carrusel de "ideas locas, diversión, colores vivos, lo onírico y la parodia", algo que Lee consideraba que le vino "del Museo del Prado, de artistas como William Blake, del actor Lindsay Kemp... éste me volvía loca, me iba de groupie, me afeité la cabeza y me pintaba la cara de blanco para seguirle. En fotografía, Man Ray, porque el surrealismo había investigado la libertad de la mente."

La teatralidad que proponían sus imágenes, el reto de despertar una o varias fantasías dentro de cada composición, fue una de las señas de identidad que acompañó a su obra. Una teatralidad tomada quizá de sus años como vecina del Teatro Griego de Barcelona, a donde se trasladó en 1978.
"Entonces no había Movida. Fuimos porque Barcelona nos parecía el no va más. Conocimos a Nazario, Mariscal… había pasión por el diseño. Cogimos una casa en Montjuïc y como desde el jardín se veía el Teatro Griego, los hippies saltaban la tapia para ver las obras. En la Navidad de 1981 volvimos a Madrid, y me dijo Carlos Serrano [fotógrafo]: “¿Sabes lo que se lleva? La Movida… la Movida es ir a casa de tal y luego a otra...”. Así me enteré qué era la Movida."

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